Edición Abril-Junio 2014 / Volumen 12-Número 2

Dra. Josefa Novales Santa Coloma (1926-2014)

El día 9 de abril del año en curso, a las 22:15 hrs., en la ciudad de México, dejó de existir la Dra. Josefa Novales Santa Coloma, primera dermatopatóloga de nuestro país, maestra ejemplar de tantas generaciones, mujer excepcional y admirable tanto en el aspecto profesional como en su vida personal.

Nació en Naucalpan, Edo. De México, el 27 de octubre de 1926. Hija de don Juan Novales y doña Celedonia Santa Coloma, oriundos de Valle de Mena, provincia de Burgos, en Castilla la Vieja, España.

Realizó sus estudios en la Escuela Nacional de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, presentó su examen profesional en 1951, con la tesis :”Vacunacion de Mantoux en el Valle del Yaqui, Sonora”, donde ejerció su servicio social.

En ese mismo año obtuvo el nombramiento de Dermatolepróloga con adscripción al centro Dermatológico “Ladislao de la Pascua”, donde se destacó como “inteligente, estudiosa, muy trabajadora, seria y respetuosa” lo refiere textualmente la Dra. Obdulia Rodríguez, con quien trabajó inicialmente en dicho centro. En ese entonces, también acudía una vez a la semana, como médico externo adscrito, al pabellón de Dermatologia del Hospital General de México “Eduardo Liceaga”, cuyo Jefe de Servicio era el Maestro Latapí.

En 1952, se fue a España, gracias a una beca del Instituto de Cultura Hispánica que obtuvo para realizar estudios de postgrado en Dermatologia con el Prof. José Gay Prieto, en el Hospital de San Juan de Dios, en Madrid, y Dermatopatología con el prof. Rodríguez Puchol.

Regresa a México en 1953, al Centro Dermatológico “Ladislao de la Pascua”, donde se hace cargo del laboratorio de Dermatopatología trabajando oficialmente desde entonces hasta 1969,despues en forma voluntaria durante 17 años, sin percepción de salario alguno, mas que la satisfacción de servir. Es hasta 1987, al jubilarse del IMSS, donde laboró durante 30 años, cuando regresa nuevamente de manera oficial al Centro Dermatológico “Ladislao de la Pascua”, para continuar en la Jefatura del Servicio de Dermatopatología.

En 1954, se inicia en la docencia oficial, como instructor de la cátedra de Dermatología del maestro Latapí, alternando sus actividades con las del laboratorio ya que se encargaba personalmente de todo lo concerniente al mismo, incluso de la técnica histológica, la cual se realizaba por congelación.

En 1957, ingresó a la Sociedad Mexicana de Dermatología, con el trabajo: “Enfermedad de Darier, comunicación de un caso”.

En 1960, es instructora del curso de adiestramiento en Dermatoleprología,en el programa para el control de las enfermedades crónicas de la piel.

Fue profesora del primer curso de Dermatopatología, organizado por la Universidad de Nuevo León, en 1968.

Sus publicaciones, son numerosas y variadas,prácticamente de todos los temas, destacando en especial: las micosis superficiales y profundas, la lepra, tumores cutáneos, leishmaniasis, tuberculosis cutánea, micobacteriosis atípicas, entre muchos otros, circunstancia que le permitió trabajar y convivir junto a los grandes maestros de la Dermatología, como el Dr. Fernando Latapí, Dra. Obdulia Rodríguez, Dr. Amado Saúl, Dr. Pedro Lavalle, Dra. Yolanda Ortíz, entre otros.

Su gran pasión fue la Dermatopatología, al igual que el Dr. Rafael Andrade, con quien luchó varios años para que esta disciplina fuera reconocida como una subespecialidad, aceptándose en 1999 oficialmente por la UNAM, sin embargo, ella ya la había iniciado como tal, pero de manera informal.

Por otro lado, sus contribuciones son numerosas en diversos aspectos: docencia (dermatología y dermatopatología) investigación (asesora de inumerables tesis y trabajos de publicación en dermatología y dermatopatología) y asistencia ( consulta en el Centro Pascua, IMSS, Hospital General y medicina privada) asi como interconsultante de diversas instituciones.

Fue integrante del Consejo editorial de Dermatología, revista mexicana, desde 1966 y de Medicina Cutánea Iberolatinamericana ,desde 1974.

Miembro del Consejo Mexicano de Dermatologia hasta 2013.

Perteneció a varias sociedades nacionales e internacionales: Sociedad Mexicana de Dermatología, de la cual, incluso, fue tres veces presidente de la misma: 1972-1974,1986-1988 y 1992-1994 y también miembro honorario, asi como de otras agrupaciones.

Fue miembro de la Academia Americana de Dermatologia, de la Asociación Mexicana de acción contra la lepra, de la que fue Secretaria y posteriormente Vicepresidenta; de la Asociación Internacional de lepra, de la Internacional de Dermatología, de Argentina, de la Academia española; del Colegio Iberolatinamericano; de la Sociedad Mexicana de Dermatopatología, de la cual fue miembro fundador y Presidenta.

Fue Jefe del servicio de Dermatopatología, del Centro Dermatológico Pascua, desde su fundación hasta el año 2009, fecha en la que se jubiló.

Como dermatóloga, siempre fue excelente clínica como dermatopatóloga; muy observadora y cuidadosa.

Como maestra muy exigente, pero a la vez muy ge-nerosa, ella siempre decía: “es preferible dar que re-cibir” y que “el que más da, más tiene.” Además de brindar sus conocimientos, siempre se preocupó por sus alumnos y gente que la rodeaba, desde el vestir, pasando por el comer y el beber, corrigiendo inclusive hasta el lenguaje.

Siempre dispuesta a ayudar y sin que se lo solicitaran, no solo se interesaba en las dermatosis, sino en los pacientes que la padecían, los valoraba desde el punto de vista clínico y humano; les preguntaba aspectos personales y entorno familiar para ayudarles mas allá de la patología que presentaban.

Por otro lado, siempre fue modesta, no le gustaban las alabanzas ni los honores, incluso le molestaba que la atendieran mucho, decía que “el que bien servido quiere ser, mientras lo manda, lo puede hacer”.

Gustaba de los animales domésticos, la buena comida, la buena bebida y el buen café. Sabía cocinar muy bien y aprendió alta costura.

Le encantaba el mar, las reuniones, las fiestas y los amigos. Disfrutaba de charlar, de la música en general, pero lo que más le gustaba era bailar.

Era una mujer sencilla y sin dobleces, directa y de carácter fuerte, pero siempre sincera. Se adaptaba a todo y con todos, sabía convivir y compartir en cualquier plano, pero nunca perdía el estilo.

Mujer inteligente, generosa, apasionada y disciplinada, que sabía y enseñaba a disfrutar la vida en todos sus aspectos.

Descanse en paz maestra.
Con admiración, respeto y mucho cariño
Gisela Navarrete Franco