Edición Octubre-Diciembre 2013 / Volumen 11-Número 4

Open Journals. Another point of view

Dr. Carlos García Rementería

El reciente editorial “Open Journals: lo inevitable del acceso público y gratuito”, de los doctores Julieta Ruiz y Roberto Arenas (DCMQ 3, 2013), es tan interesante como importante debido a que invita a una discusión seria, respetuosa y productiva sobre un tema de relevancia y actualidad: las publicaciones de acceso libre, definidas en Wikipedia como “revistas académicas… disponibles en línea para el lector, ‘sin barreras económicas, legales o técnicas distintas de las inseparables de acceder a la propia internet’”.

Entre las ventajas del acceso libre o abierto, los autores del editorial que aquí nos ocupa mencionan la reducción de costos y la diseminación de estudios valiosos que no tienen cabida en publicaciones tradicionales. Sin embargo, resaltan también importantes desventajas que abarcan desde falta de credibilidad, posturas desmedidas de algunos autores, y potencial sesgo comercial de publicaciones patrocinadas por compañías editoriales y farmacéuticas hasta la baja calidad de numerosos artículos, concluyendo que es perentorio establecer controles para evitar esos inconvenientes. Y en ese sentido, estoy en desacuerdo.

Así como no hay duda de que el acceso libre ha sido beneficioso al abatir costos e incrementar el acceso a la investigación más actualizada, también es indiscutible que el ciberespacio brinda muchas oportunidades de mal uso que no son exclusivas de las publicaciones libres, como consta en los numerosos sitios Web que contaminan/secuestran nuestros sistemas operativos y hasta el propio correo electrónico, uno de los máximos logros en la comunicación mundial y víctima de abusos desde el momento mismo de su creación.

Cuantos disfrutamos de la tremenda utilidad del e-mail hemos aceptado, tácitamente, el inconveniente del correo no deseado (spam) y con el tiempo, hemos aprendido a eliminar y descartar esas misivas sin recurrir a sofisticados esquemas de control. Por ello, considero que lo mismo sucederá con las publicaciones científicas de acceso libre pues, si bien siempre habrá quien cometa fraudes y publique artículos sin valor, tanto editores como usuarios debemos aprender a conducirnos de manera responsable para minimizar daños y abusos, seleccionando sólo lo que es de interés y provecho, y desechando todo material lesivo –más o menos como hacemos en casa con los controles parentales del televisor y la computadora o los canales de películas que favorecemos/programamos.

Los proveedores de publicaciones científicas de acceso libre están, supuestamente, obligados a seleccionar contenidos que cumplan con estándares éticos y profesionales, para lo cual han establecido sistemas de revisión paritaria integrados por representantes editoriales, científicos de probada reputación y métodos de verificación dirigidos 
a usuarios. No obstante, habría que exigirles que acompañen sus artículos con resúmenes estructurados y un apartado para –calificación de impacto–, donde los lectores puedan asentar su opinión sobre la calidad tanto de la –editorial– como de sus contenidos.

Como usuarios, no podemos aceptar, ciegamente, cualquier cosa publicada en línea. Tenemos la obligación de verificar la reputación y trayectoria de los editores; adquirir conocimientos mínimos de las metodologías de investigación; aprender a identificar los artículos valiosos leyendo el resumen o la descripción metodológica; y sustentar nuestras decisiones de lectura en sitios Web que supervisan las publicaciones científicas de acceso libre, como http://scholarlyoa.com.

Estoy seguro de que el acceso libre ofrece muchas más ventajas que desventajas y puede contribuir, de manera muy significativa, a la educación tanto de médicos como de pacientes. La Internet es un estupendo foro para diseminar investigaciones valiosas que no tienen cabida en los medios tradicionales y ofrece un espacio –virtualmente– ilimitado para la comunicación entre investigadores. Así pues, más que controles para evitar abusos, el acceso libre requiere de un modelo operacional que sustente su desarrollo y crecimiento, promueva la superación profesional y científica, y transforme a los lectores en usuarios selectivos.

¡Viva la libertad! Viva a liberdade!