Edición Julio - Septiembre 2020/ Volumen 18 - Número 3

Lo que hace a esta pandemia diferente de las anteriores. Reflexiones un domingo en tiempos de pandemia


What Makes this Pandemic Different from Previous Ones. Reflections of a Sunday in Times Pandemic

Despierto, es domingo, día que hasta hace poco era un día diferente de la semana, un espacio no laborable, una oportunidad para descansar en el hogar, hoy me percato que todos los días, desde hace dos semanas, son similares, el trascurrir del domingo es muy parecido a los otros días, es la oportunidad, obligatoria, de estar en el hogar, pero no un tiempo de descanso, por lo menos de descanso espiritual, no somos ajenos al sufrimiento de tantas personas, no podemos desprendernos de un desasosiego interno al contemplar las heridas que dejará la pandemia, muchas de ellas nunca cicatrizarán.

La Sociedad Mexicana de Dermatología, dentro de su programa de educación médica continua, incluye una sesión mensual que se realiza en la Ciudad de México. La doctora Angélica Beirana, su actual presidenta, me honró invitándome a ser el ponente para la sesión de mayo, el tema asignado, “El maestro y la dermatología”. Dados los acontecimientos, la conferencia se hizo a través de una plataforma; como sociedad de dermatólogos y con el objetivo de no estar ajenos a este drama que hoy toca a nuestra puerta, propuse cambiar el tema, programar una sesión con la participación de dos infectólogos que analizaran qué es lo que hace diferente esta pandemia de las anteriores y cuáles son las expectativas una vez que pase la fase aguda. Además de coordinar el panel, mi intervención fue hacer una reseña de las pandemias a través de la historia.

Comencé a preparar mi intervención, el tiempo no me apremiaba, algo poco habitual, había muchos espacios en blanco en mi agenda

Mientras revisaba el tema y pasaba las páginas de la historia me percaté de que en cada pandemia se repiten los acontecimientos: lo mismo en la peste de Atenas, descrita por Tucídides en el siglo v a. C.; en la de Justiniano del siglo vi d. C; los sucesos narrados en la literatura, muy abundante, de la peste que asoló Europa-Asia en el siglo xiv con una mortandad de más de 50 millones de personas es similar; y qué decir no sólo de lo escrito, sino de todas las evidencias fotográficas que tenemos de la influenza española de hace un siglo.

La revisión ha sido exhaustiva, he recorrido muchas páginas, de hecho estoy en la última parte del libro Historia de la pandemias, revisando el capítulo de lo acontecido en el siglo xxi. Al pasar una página me encuentro con la imagen de mi rostro, con el rostro de mi familia, el de mi hijo que se encuentra en el frente de batalla en un hospital covid, el rostro de ustedes, mis compañeros, de mis amigos, es entonces que me percato de que no, no se repite la historia, no se repiten los acontecimientos, es una pandemia diferente, muy diferente, nuestra percepción al leer los acontecimientos de lo ya pasado y consignado en los libros de historia es muy distinta de nuestra percepción al darnos cuenta de que somos los protagonistas de esa historia, al hacer conciencia de que somos parte de la tinta con la que se está escribiendo esta catástrofe biológica, porque las cifras actuales de población afectada, el número de defunciones, la cantidad de personas desempleadas, todas ellas reportadas hace apenas unas horas ya son parte de este capítulo de la historia, somos parte de esta narrativa que dentro de pocos y muchos años leerán quienes en ese momento serán los transeúntes de este planeta, ellos sabrán de nosotros en las páginas de este tratado, pero ellos ya no verán nuestros rostros, nos habremos transformado en cifras: “La cuarta contingencia biológica del siglo xxi ocurrió a inicios del año 2020, sacudió a todas las ciudades de todos los países, de casi todos los continentes, enfermaron xxxxxxxxxxxx personas, fallecieron xxxxxxxxxxxx, hubo una gran recesión económica, hambre, violencia… Sí, seremos cifras como las que hoy leemos sobre la gripe española de 1918, seremos números, números que no desnudan la preocupación de quien hoy perdió su trabajo y hay quienes lo esperan con hambre en su casa, de quienes vivimos con la angustia de que el coronavirus toque a nuestra puerta, a la de un familiar o de un amigo, números fríos, que no traducen la tristeza, las lágrimas derramadas por la partida tan inesperada, de forma harto lejana de ser siquiera imaginada, de un ser querido. Ojalá que en el epílogo de esa historia se escriba que la población afectada fue solidaria, que se acompañó, que no les importó ver mermados sus ahorros por apoyar a quienes necesitaban de lo básico, una población que fue sensible al sufrimiento, pero no sólo al propio.

Tristemente los lectores del futuro, al revisar la historia de las pandemias, dirán que en la pandemia de coronavirus de 2020 se repitieron los mismos acontecimientos de las otras pandemias: la de Atenas; la de Justiniano; la de 1348, descrita por Boccaccio en el Decamerón; la de viruela que devastó al imperio azteca; para ellos seremos números, pero ahora, hoy, cada número tiene un rostro y ese rostro nos llama a no permanecer indiferentes, como protagonistas actuales de la historia podemos modificarla y darle un rostro humano.

Dr. Pablo Campos Macías
Facultad de Medicina, Universidad de Guanajuato
Hospital Aranda de la Parra, León