Edición Abril-Junio 2015 / Volumen 13-Número 2

Con gran dolor recibo la triste noticia del fallecimiento, el 19 de marzo de 2015, del gran dermatólogo y amigo Amado Saúl, figura de la dermatología mexicana y maestro del cilad, con quien tuve el placer de relacionarme profesionalmente durante mas de 50 años, en múltiples congresos y eventos.

Conocí a Amado Saúl en el Centro Dermatológico Pascua, de la Ciudad de México, que dirigía el maestro Latapí. Recuerdo que en diciembre de 1970 coincidimos como invitados en la 1a Reunión Leprológica del Cono Sur, en Buenos Aires, y después nos trasladamos ambos a Hamburgo, Alemania, para asistir en el Instituto Borstel a un Symposium sobre micobacterias.

Posteriormente, fueron innumerables los encuentros en diversos eventos, como en el cilad de 1971, en Caracas, así como en congresos nacionales e internacionales de dermatología; también tuve el placer de invitarle en 1973, 1975 y 1977 a los cursos de leprología que organicé en Costa Rica.

El doctor Amado Saúl Cano desempeñó una importante labor docente y asistencial en el Hospital General de México, en sus numerosas publicaciones en distintas revistas de dermatología, así como en sus ponencias en muchos congresos.

Esta gran labor ha tenido continiudad por medio de sus colaboradores y discípulos, como lo demuestra la gran calidad de la dermatología mexicana actual en los profesores Roberto Arenas y Jorge Ocampo, entre otros.

También quiero destacar, en otro aspecto, su gran sentido humanista y su peculiar sentido del humor.

Descanse en paz.

José Terencio de las Aguas