Edición Octubre-Diciembre 2015 / Volumen 13-Número 4

Letter to My Teacher

La Sociedad Mexicana de Dermatología, que preside actualmente la doctora Aurora Elizondo, en el mes de mayo de este año lanzó una convocatoria para un concurso que llamó Carta a mi Maestro. Hubo un buen número de participantes, y en su momento se entregaron reconocimientos y premios a los ganadores. En vista de algunas peticiones y dada la imposibilidad de publicar todas en esta sección, hemos seleccionado dos cartas que hoy les compartimos.

Carta a mi Maestro: 
al doctor Roberto Arenas Guzmán

Una vez más: ¡Gracias! Sí, gracias por ser para nosotros, sus alumnos, un millón de puntos luminosos y algunas sombras también, ¡así es la vida!

En esta carta quiero recordar el privilegio de gozar de estos maravillosos puntos luminosos y el placer de ser su alumna.

Escribiré solamente de estos increíbles y constantes puntos luminosos del doctor Roberto Arenas que han logrado dar un brillo a mi vida y a la de muchos alumnos, aprendiendo con gran pasión y alegría a saber vivir el aquí y ahora en la rutina de un continuo aprendizaje de la dermatología y, sobre todo, ¡del humanismo!

Esto lo hemos logrado porque contamos entre nosotros con el maestro Roberto Arenas, quien nos permite vivir una aventura científica interesante, constructiva y placentera donde nos comparte su magia para lograr hacer lo imposible, posible, lo difícil, fácil, y lo fácil muy placentero. Y así hemos podido disfrutar y desear aprender más y más, y obviamente de una manera concisa, precisa, inteligente y práctica.

Aún no he podido encontrar, porque tal vez no existe, un manual de “cómo tener éxito como ser humano, como maestro, como humanista, como médico, como escritor y además como excelente amigo”, pero creo que Roberto Arenas lo ha logrado. Sus amigos lo sabemos.

Sí, todos los que hemos tenido el privilegio de disfrutar de su amistad somos testigos de su excelencia como maestro y médico apasionado, que tiene la capacidad de motivar a los demás, y es especialmente de esta manera como ha logrado que podamos mejorar no sólo en lo científico, sino en el aspecto más importante de nuestras vidas: ser mejores seres humanos, conscientes de la importancia de ser verdaderos humanistas.

Pero todavía no comprendemos bien cómo ni cuándo lo ha hecho, y aunque ya son muchos años, podemos ser testigos de sus éxitos cotidianos que nos ha compartido, y además ha logrado aumentar los nuestros, que aun cuando son pequeños, son un placer y un compromiso que nos estimula a lograr cada día más y más, y siempre más.

El doctor Arenas es constante y siempre de una manera discreta, y sus actividades científicas no le impiden tener una vida personal plena, en la que incluye a su familia y a sus amigos pudiendo llevar una vida social muy intensa, la cualcilmente nos comparte y nos hace a todos más sociables y mejores seres humanos integrados, con la capacidad de dar lo mejor en todos los aspectos, sobre todo en el trato cotidiano tanto con los pacientes como con los amigos.

Sí, Roberto tiene tacto, simpatía, serenidad, prudencia y una excelente comprensión de la naturaleza humana. Y aún más admirable, está desprovisto de cualquier amargura.

Para lograrlo nos enseña que hay que ser ciegos para la ingratitud. Por mi parte, le admiro el poder tener sólo comentarios constructivos.

Sí, es el ejemplo de un hombre con el deseo y la voluntad de hacer un esfuerzo constante y disfrutable, demostrando que cada día se puede aprender más y más, e incluso cuando muchos ponen fin a sus actividades, él sigue aprendiendo, como lo demuestra el hecho de aprender francés a los 30 años, inglés a los 35, nadar a los 40 y después de los 50 años aprende a jugar tenis y lo continúa practicando hasta la fecha, ¡y por supuesto logra aumentar su producción científica!

Se puede sentir, al ser su alumna, que es cierto que existe en él una aristocracia natural basada en la virtud y en el talento, y que es parte de su personalidad, así es nuestro querido maestro el doctor Roberto Arenas.

Por eso sus éxitos son el resultado de un buen plan, una persistencia y un esfuerzo continuo aunado a su humanismo, que le permite siempre estar a la altura de sus actividades científicas, y es aún más admirable que las críticas, dijeran lo que dijeran, nunca han mermado su pasión por la ciencia, y se asegura de que la nuestra también continúe pese a las dificultades que la vida diaria suele presentar.

Acerca de él, la doctora Josefina Carbajosa ha mencionado lo trabajador, bohemio e incansable, ya que ella considera que cuenta ¡con pilas autorrecargables! Lo define como un verdadero idealista, firme, tenaz, inquieto e hiperactivo, pero sereno.

Nuestro amigo Alexandro Bonifaz lo recuerda como un hombre incansable, con una impresionante capacidad de trabajo ilimitado y que siempre, al repartir las barajas del mazo, es el mejor y más ecléctico repartidor… ¡hay para todos!

Es el único ex presidente de la Asociación Mexicana de Dermatología y de la Sociedad Mexicana de Dermatología, lo que corrobora su humanismo y su gran cualidad como conciliador, amigo y maestro.

Sus logros profesionales son impresionantes, entre los que destacan:

  • Coeditor durante 10 años de Dermatología Revista Mexicana.
  • Coordinador editorial desde hace 13 años de dcmq.
  • Autor de conocidos libros publicados por la editorial McGraw-Hill.
  • Atlas diagnóstico y tratamiento (1a ed. 1987, 2a 1997, 3a 2001, 4a 2009, 5a 2013 y 6a en 2015).
  • Micología médica ilustrada (1a ed. 1993, 2a 2003, 3a 2008, 
    4a 2011 y 5a 2014).
  • Tropical Dermatology, Landes, Georgetown, en coautoría con R. Estrada, 2001.
  • Micosis superficiales, subcutáneas y pseudomicosis en República Dominicana, en coautoría con R. Isa-Isa, 2009.
  • Biografías de F. Latapí, F. Mariat y de P. Lavalle, esta última en coautoría con M.C. Padilla.
  • Además de 455 artículos en revistas nacionales y extranjeras.

Y lo que es aún más admirable, no cae en el orgullo con sus triunfos ni en la desesperación con el fracaso. Su persistencia, determinación, perspicacia, capacidad de trabajo e inteligencia han sido la clave de sus grandes logros.

Una vez más, gracias maestro por compartir con nosotros su vida y contagiarnos su pasión por la ciencia y el humanismo. Y lo mejor de todo es que sabemos que ¡aún hay más!

Muchas felicidades maestro, y ¡gracias!

Doctora Julieta Ruiz Esmenjaud

Carta al profesor Latapí

Querido maestro:

Como uno de sus últimos alumnos en contacto directo y como su heredero universal, muchas veces me he replanteado, en mi soledad y a veces frente a su tumba, por qué no tomé más de sus enseñanzas, de su sabiduría ancestral y de su visualización del futuro. Escribí su biografía y luego hice un recuento de su obra escrita, y de alguna manera siento haber pagado mi deuda con la historia, pero ahora, frente a la computadora, no como antes frente a la pluma o a la máquina de escribir, quisiera recordar y comentar algo de lo mucho que nos dejó y que tal vez muchos no conocen.

Las bases de la Escuela Mexicana de Dermatología fueron sentadas por don Salvador González Herrejón y por don Fernando Latapí, y como alumno de este último me siento responsable de dejar esta carta como una constancia de mi cercanía con una personalidad tan brillante y, sobre todo, para el conocimiento de las generaciones futuras, ya que mucha de su obra, fundamental en la dermatología mexicana, no se encuentra disponible en forma electrónica. En esta reflexión sólo analizo brevemente siete de sus publicaciones.

Lepra y acción sanitaria

Este trabajo fue escrito antes de que se contara con un tratamiento efectivo contra esta enfermedad; sin embargo, señala que los fines de la acción sanitaria antileprosa deben estar encaminados a la erradicación de la enfermedad, y sus medios serán evitar la transmisión del enfermo al sano. Puntualiza lo que se debe hacer, quiénes lo tienen que hacer y cómo se debe hacer. Llama la atención el enfoque en el diagnóstico temprano y en el no aislamiento en los casos no infectantes, y que es necesario contar con personal especializado y específicamente preparado para esta lucha.

La lepra “manchada” de Lucio

Esta investigación es una de sus contribuciones más importantes a la leprología mundial, y hace referencia a la lepra manchada o lazarina descrita por Rafael Lucio. Reinició su estudio y la introdujo en ese tiempo al marco actual de la leprología, denominándola “lepromatosis difusa pura y primitiva con brotes múltiples de vacularitis necrosante”. A pesar de la excelente descripción dada por Lucio y Alvarado, la denominación de esta forma especial fue mal comprendida y se dudó de su existencia o fue negada durante más de medio siglo.

Dermatitis por hidroquinona

El objetivo de esta comunicación es mencionar los daños causados por la hidroquinona en la piel, en especial el éter monobencílico de hidroquinona. Este trabajo constituye un nuevo capítulo de la dermatología de gran importancia práctica. Se describe por primera vez en la literatura universal en pacientes con melasma la discromía “en panal de abeja” o en “confetti”, e igualmente las ides hidroquinónicas.

Neurodermatitis infantil

Con este nombre aborda la dermatitis atópica. Propone el factor psicológico como indiscutible en su patogenia y se opone a los tratamientos innecesarios. Puntualiza que lo más útil “no es la receta sino la consulta”. Considera la restricción alimenticia como una de las peores amenazas y concluye, al respecto de poner a niños a dieta, con una respuesta que dio un ilustre pediatra mexicano: “Señora, ¿qué prefiere usted, algunos granitos en un niño robusto, o un esqueletito con piel de alabastro…?

Salvador González Herrejón. El médico y el maestro

En 1965, en una sesión extraordinaria de la Sociedad Mexicana de Dermatología, como uno de los discípulos del doctor González Herrejón y con motivo de la muerte de éste, el profesor Latapí pronunció estas palabras: “Era bondadoso, pero firme; reflexivo pero resuelto”. Para referirse a él como maestro, Latapí señaló: “Para mí, sólo es un maestro aquél cuya personalidad trasciende más allá de su vida y, por qué no, hasta futuras generaciones. El que enseña bien una técnica y forma buenos técnicos es un buen profesor, pero no todos pueden llegar a ser maestros. Enseñar a conocer al hombre enfermo es una oportunidad máxima, si se tiene el don de inspirar, y de hacer de los alumnos, discípulos. Reconozcamos que muchos de los puntos que forman la doctrina actual de la Escuela Mexicana de Dermatología, fueron iniciados o inspirados por él, hacia la medicina más integral, más atención a la persona enferma, dedicación mayor a lo frecuente, a lo importante y a lo mexicano”.

La psoriasis. Enfermedad mártir de la terapéutica moderna

Con este título tan sugestivo se aborda la terapéutica de la psoriasis, una de las enfermedades más frecuentes en la consulta dermatológica. Recomienda un tratamiento sencillo y no peligroso, habla de los nuevos ensayos con corticosteroides y antimetabolitos, y de los resultados apoyados por una publicidad costosa e impresionante. Da el consejo de hace siglos: “Antes que nada, no hacer daño”, y recuerda las palabras del profesor Farber: “La psoriasis está igual que hace cincuenta años, la única diferencia es que actualmente puede ser empeorada por la cortisona”. En el siglo xxi habrá que recapitular en el uso de los biológicos.

Maximiliano Obermayer

El doctor Latapí consideró a este dermatólogo, nacido en Austria y maestro en la Universidad de California del Sur, como el amigo de México. Rescato unas cuantas palabras que se trascriben de un discurso que pronunció Obermayer ante los miembros de la Sociedad para la Investigación en Dermatología: “El hombre, el médico que reduce sus metas al solo propósito de ganarse la vidaaunque su ocupación sea profesional y científica, está renunciando a una gran herencia cultural. Un profesor con escasa formación cultural no tiene la posibilidad de inspirar a sus alumnos, y éstos sólo lo recordarán como un técnico”.

Veinticinco años de la Sociedad Mexicana de Dermatología

Son las palabras leídas en la sesión solemne del i Congreso Mexicano de Dermatología celebrado en ocasión del xxv Aniversario de la Fundación de la Sociedad Mexicana de Dermatología. Se pormenoriza la evolución histórica, sus crisis, así como la vida científica paralela ligada a la dermatología en México. Termina señalando que la celebración de este aniversario no significa “el descanso del guerrero”, es sólo el fin de la “primera parte” y que las nuevas generaciones tienen la palabra. Podemos añadir ahora que estas palabras fueron proféticas, pues la Sociedad ha cumplido 77 años en este año de 2015.

Maestro Latapí, su paso por mi vida me ha marcado de una manera indeleble, lo recordaré siempre.

Roberto Arenas