Edición Julio-Septiembre 2017 / Volumen 15-Número 3

Retos de la Sociedad Mexicana de Dermatología (SMD)

Challenges of the Mexican Society of Dermatology

Julieta Ruiz-Esmenjaud

Tesorera SMD

Lo básico no cambia, es aportar conocimientos médicos para que
una persona con una adecuada y actualizada preparación ayude a otra.


A 80 años de la fundación de la Sociedad Mexicana de Dermatología (SMD), sus valores primordiales están sustentados en traer conocimientos para beneficio de la humanidad.

El humanismo, el doctor Ignacio Chávez lo definió como “un impulso del alma hacia el bien” y el médico, sin ser un religioso, practica el culto de amar y ayudar a los demás” y nos recuerda que al iniciar la carrera de medicina “sólo se obtiene una matrícula de estudiante que debe terminar hasta que la vejez y el agotamiento hagan del médico un trabajador ya inútil”.

Así es, el médico debe conocer las causas de las enfermedades, cómo prevenirlas, curarlas, o controlarlas, pero sin un crecimiento y progreso continuo, las palabras, mejorar y tener éxito, no existen.

No podemos aislarnos. Formamos parte de una comunidad, y para obtener un aprendizaje continuo es necesario el contacto con los libros, las investigaciones y las revistas. Estas últimas tienen su peculiar historia de distribución, ya que ésta se inició a caballo, luego en tren y hace pocos años en avión. Hoy en día es por internet, y por este medio en minutos tenemos mucha información actualizada. Por lo que es necesario lograr que nuestra rutina de estudio sea… ¡una rutina muy placentera!

Dermatología Revista Mexicana es el órgano oficial de la SMD desde 1956, y se une con la Academia Mexicana de Dermatología (AMD) en 1987; y en este año 2017, se le agrega una sección cultural. Este primer espacio cultural muestra el óleo El médico, del pintor Luke Filds, quien logra transmitirnos lo mencionado por el doctor Edmund Pellegrino (1920-2013): “la medicina es la más humana de las artes, la más artística de las ciencias y la más científica de las humanidades”.

Un diagnóstico correcto siempre es un gozo intelectual. Al dermatólogo se le ha reconocido por su excelente memoria visual, que le es de gran ayuda para diagnosticar correctamente las dermatosis. Sin embargo, la vista ve lo que la mente sabe, y es solamente con una mente preparada que se logra poseer el arte de ver y de reconocer las dermatosis cuando logramos pasar nuestros conocimientos de la memoria reciente a nuestra memoria de largo plazo, a través del estudio frecuente y repetitivo de libros, atlas, revistas, conferencias, casos clínicos, entre otros, logrando reconocer lo irreconocible, gracias a una mente preparada.

La historia de la dermatología inició con el examen de la piel a simple vista, después con lentes de aumento, y en los últimos años contamos con el dermatoscopio y el microscopio confocal en los consultorios de algunos hospitales, que nos permiten ver lo que hay dentro de la piel, sin necesidad de tomar biopsias.

Afortunadamente, con la ayuda de estos dispositivos no sólo podemos hacer mejores diagnósticos sino también orientar mejor la toma de nuestras biopsias.

Además contamos con exámenes directos microbiológicos, cultivos e inmunohistoquímica, y cada día toma más importancia la biología molecular y las técnicas metagenómicas.

La dermatología también ha sido parte del escenario mundial, baste recordar algunas contribuciones a la medicina nacional e internacional. La lepra, cuyo agente causal, M. leprae, descubierto por Armauer Hansen en 1872, incluye también a la lepra lepromatosa difusa, un tipo de lepra cuyos casos se observan particularmente en México y se caracteriza por la infiltración difusa de la piel, siendo el doctor Rafael Lucio quien hizo una magistral descripción clínica en 1852, y solamente con el paso de muchos años, en 2008 se descubre M. lepromatosis como su agente causal, el cual tiene su ancestro en común con M. leprae, del cual se separó hace más de diez millones de años.

La talidomida, que llegó al mercado en 1954 y por sus conocidos efectos teratogénicos tuvo que ser retirada en 1965 gracias a Jacob Sheskin, en Israel, vuelve a mostrar efectividad en el tratamiento del eritema nudoso en la lepra. Un año más tarde, Amado Saúl, en México, confirma su efectividad, y no es sino hasta 1998 cuando es aceptada por la Food and Drug Administration (FDA).

La griseofulvina, una droga que ha resistido la prueba del tiempo, desde que se inició su uso en 1958 como antifúngico, sigue hasta la ahora como tratamiento de elección en la tiña de la cabeza, y en México la utilizó el doctor Latapí por primera vez en 1960, quien también introdujo las sulfonas en el tratamiento de los actinomicetos.

En conclusión, los retos de la SMD no cambian, lo básico es una persona que ayuda a otra haciendo un continuo esfuerzo por incrementar sus conocimientos para que esta ayuda sea la mejor posible, y que con educación médica constante siempre esté actualizada. Lo ideal sería erradicar las enfermedades, pero como esto no es posible, es necesario intentar prevenirlas, ofrecer el mejor tratamiento y poder controlarlas.

Tenemos que estar al día en las numerosas innovaciones de nuestra época, la biotecnología, las computadoras, baste señalar que tan sólo la internet ha logrado que nuestro “hoy” nos dé la oportunidad de vivir en un mundo más abierto, más visible, con más oportunidades de aprender y en donde podemos hacer más. Recordemos, el médico es un ser privilegiado: “al que más se le da, más se le pedirá”.