Edición Enero-Marzo 2015 / Volumen 13-Número 1

La noche del día 19 de marzo de 2015 murió Amado Saúl, un icono de la dermatología mexicana y un maestro de la dermatología Ibero Latino Americana (cilad, 2008), pero no se va, su imagen y su personalidad perduraran entre nosotros, como un fiel representante de la dermatología tradicional en nuestro entorno.

Durante mi formación con el Profesor Latapí fue mi guía en lo académico y trabajé como su profesor adjunto de la cátedra de dermatología. Fue un autor muy prolífico, formó a muchos estudiantes de medicina, destacando su libro Lecciones de Dermatología, que al dedicármelo me escribió... a nuestro futuro relevo.... no creo haberlo defraudado. Los que en algún momento trabajamos cerca de él, siempre nos enorgullecimos de su amistad y de su calidad humana, tuvo la sabiduría de retirarse a tiempo, dejando la responsabilidad del Servicio de Dermatología a sus alumnos y colaboradores que han continuado su obra.

Se inició como dermatólogo en 1956 y fue editor de Dermatología Revista Mexicana de 1958 a 1992, en que me dejo el cargo, en ese lapso colaboré primero como redactor y luego como editor en un total de 20 años.

Su vida profesional duró 60 años y fue profesor de muchas generaciones de dermatólogos, Jefe de Servicio de Dermatología del Hospital General de México por 17 años y con la inteligencia que lo caracterizó siempre, aceptó ser Consultor Técnico del Pabellón 109 hasta la fecha de su muerte.

Según sus palabras a un amigo, una semana previa le dijo tengo derrame pleural e insuficiencia renal, al límite. Así fue su vida, siempre al límite de la honestidad y la humildad. Ha dejado con su partida un claro ejemplo de su mente preclara, y seguramente partió en paz, con la seguridad del deber cumplido y de haber servido plenamente a la dermatología. Descanse en paz.

Roberto Arenas DCMQ