Edición Abril-Junio 2017 / Volumen 15-Número 2

Ramón Ruiz Maldonado (1937-2017)

Escribir el “in memoriam” de un hombre que fue ejemplar en tantas esferas de su vida, y cuyas contribuciones lo hicieron, sin lugar a duda, el dermatólogo mexicano con mayor trascendencia científica internacional de los últimos siglos, no es un asunto fácil, especialmente cuando esa persona fue, además, un ser humano tan trascendental en la vida de uno.

El doctor Ramón Ruiz Maldonado nació en Puebla, México, un 7 de noviembre de 1937. Siendo el mayor de sus hermanos e hijo responsable, siempre estuvo involucrado en la educación de sus hermanos más pequeños. Desde su niñez sintió atracción por la medicina influenciado por su padrino, el doctor Francisco Casas, médico general muy reconocido en la ciudad de Puebla, donde estudió sus primeros años con los jesuitas.

Estudió medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México (unam), en el recién constituido “Grupo Piloto” formado por los mejores estudiantes de la Facultad de Medicina en 1957. Esto le valió ganar una pequeña beca ofrecida por un laboratorio para los estudiantes más destacados durante la dirección de dicha Facultad del doctor Fournier, para realizar su internado rotatorio en París, en el Hospital Foch, y así emprendió el viaje en barco carguero que lo llevaría a Francia.

 

 

De vuelta en México realizó su servicio social en el Hospital Civil de Acapulco, y una vez recibido como médico, ingresó a la especialidad de dermatología con el maestro Fernando Latapí en el Centro Dermatológico “Ladislao de la Pascua” y el Hospital General de México. Su tesis fue el primer estudio integral sobre la “Epidemiología de las enfermedades de la piel en la Ciudad de México y la República Mexicana”. Ya dermatólogo, fue becado por el gobierno francés y viajó de nuevo a París al Hospital San Luis con el cargo de “Asistente Extranjero de los Hospitales de París”, bajo la tutela del profesor Robert Degos. Terminado ese año, fue becado esta vez por el gobierno austriaco y acudió a Viena a seguir estudiando dermatología. Durante esta pasantía bajo la tutela del profesor Albert Wiedmann realizó siete proyectos de investigación. De ahí, nuevamente fue becado por el gobierno checo para realizar una extensión de sus estudios en dermatopatología en el Hospital Carlos, en Praga, con el profesor Jiri Trapl. Fue ahí donde, víctima de hepatitis, durante sus ratos de convalecencia escribió Sábado por la tarde, una novela corta con la cual ganó en 1967 el X Certamen Literario de “La Hora xxv”.1 Antes de regresar a México, fue invitado por el profesor Pinkus a Detroit donde ambos realizaron una clasificación histológica, hasta ahora vigente, de las dermatosis.

De vuelta en México estuvo a cargo del Laboratorio de Dermatopatología del Centro Dermatológico Pascua, y un año después fue invitado como dermatólogo al Hospital Infantil de México, como médico adscrito a dicho servicio.

Al inaugurarse en 1970 el entonces Instituto Mexicano de Asistencia a la Niñez (iman), hoy Instituto Nacional de Pediatría (inp), fue invitado a fundar el Servicio de Dermatología junto con la doctora Lourdes Tamayo, con quien desarrolló el primer programa de Dermatología Pediátrica del mundo, pues en ningún país existía algo similar. De ese programa han egresado un sinnúmero de los actuales profesores de la dermatología pediátrica latinoamericana. Ahí dedicó su vida a la atención de los niños con enfermedades de la piel, a la docencia y formación de estos especialistas, así como a la investigación. En 1973 organizó el primer congreso mundial de dermatología pediátrica en el Ciudad de México. Participó en la atención comunitaria en Honduras durante el huracán Fifi-Orlene, por lo que el gobierno inglés le otorgó una beca para realizar la maestría en salud pública en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, hecho que completaría su perfil académico y de investigador.

Profesor titular de dermatología desde 1971 por la unam, jefe de Servicio de Dermatología del inp de 1970 a 1996, presidente del Consejo Mexicano de Dermatología Pediátrica, siempre fue un promotor de la misma, logrando su reconocimiento como rama de la dermatología en todos los ámbitos.

Era de admirarse la manera en que veía a los pacientes. De inmediato su mente brillante recordaba experiencias con casos previos o publicaciones de alguna revista internacional donde se hacía referencia a un caso similar poco común. Meticuloso en documentar iconográficamente y en el expediente todas las peculiaridades de dichos casos, siempre contaba con material de primera para la realización de conferencias magistrales o publicaciones interesantísimas.

Las contribuciones científicas del doctor Ruiz Maldonado han sido las de mayor influencia en los últimos siglos para un dermatólogo mexicano. Miembro de la Academia Nacional de Medicina, e investigador nacional emérito del Sistema Nacional de Investigadores y de institutos nacionales de la Secretaría de Salud, su mente privilegiada siempre estuvo a la vanguardia del pensamiento dermatológico de su época, contribuyendo de forma significativa al nuevo conocimiento. Publicó en revistas de la talla del New England Journal of Medicine, Lancet, jama, entre muchos otras. Sus más de 200 publicaciones indizadas en PubMed, y cerca de 400 en total, han sido multicitadas, particularmente aquellas que cambiaron la forma en que se abordaban problemas como los nevos pigmentados gigantes, la necrosis epidérmica, el melanoma en niños, las hipomelanosis, el síndrome de kid, entre muchas otras. Describió nuevos padecimientos dermatológicos, como la paniculitis vasculítica edematosa y cicatrizal y propuso nuevas terminologías y clasificaciones para padecimientos ya existentes.

 

 

Su producción incluye además el primer libro de texto en dermatología pediátrica, más de 100 capítulos en libros, y más de mil conferencias nacionales e internacionales, algunas de las cuales dictó en lenguas que dominaba, como el inglés, el francés, el portugués o el italiano.

En 1985, en Berlín fue nombrado miembro del Comité Internacional de Dermatología, cuyos miembros representan a la dermatología internacional ante la Organización Mundial de la Salud (oms). Nombrado miembro honorario de prácticamente todas las asociaciones científicas dermatológicas de mayor prestigio en el mundo, sus múltiples reconocimientos culminaron con la entrega de la medalla de oro “Alfred Marchionini” que otorga la Sociedad Internacional de Dermatología —de la cual, por cierto, también fue presidente— a científicos de renombre internacional, especialmente dermatólogos, que hayan vivido el espíritu de este importante profesor de la dermatología, convirtiéndose así en el primer médico latinoamericano en recibirla.

En cuanto a su vida personal, siempre fue un gran amigo, padre y ser humano ejemplar. Uno pensaría que un hombre como Ramón Ruiz Maldonado pasaba el fin de semana descansando, pero no era así, todos los fines de semana tenía alguna actividad, especialmente con sus hijos, que podía ir desde largas caminatas por el bosque o campamentos, hasta compartir con la familia alguno de sus múltiples éxitos culinarios.

El doctor Ruiz Maldonado ya es y será inmortal no sólo en sus obras y publicaciones, sino en la influencia que ha tenido en tantos alumnos y amigos con los que compartió durante la vida, y estoy seguro de que pasarán muchos años para que vuelva a aparecer en este mundo un hombre con la genialidad, el carisma y el humanismo de mi tío Ramón.

Dr. José Contreras Ruiz
Dermatólogo y Especialista en Manejo Avanzado de Heridas
Hospital Medica Sur
Jefe de la Sección de Clínica Interdisciplinaria de Cuidado de Heridas y Estomas
División de Dermatología
Hospital General “Dr. Manuel Gea González”

 

Referencias

  1. Ruiz Maldonado, R., Sábado por la tarde, Lye, Barcelona, 1968. http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/j.1365-4632.2007.03609.x/full.